La primera referencia que tuve en mi vida sobre la generación beat fue (aún sin yo saberlo en aquella lejana infancia) el ya clásico capítulo de Los Simpson en el que Bart falsifica una licencia de conducir. De entre las diversas hazañas que él, Milhouse, y Nelson llevaron a cabo con la identificación falsa, resalta la de entrar al cine y ver una película que, por su edad, no les estuviera permitida. La marquesina del establecimiento decía Naked Lunch y ponía énfasis en la clasificación para mayores de edad. Y es que sí, ¿qué niño de once años no hubiera querido entrar a ver una película titulada El almuerzo desnudo? El chiste de la escena es cuando los tres amigos salen de la función y por sus rostros es evidente que la película no fue lo que esperaban, al mismo tiempo en que Nelson comenta: “hay por lo menos dos grandes mentiras en ese título”.
La referencia cinematográfica a la que se hace alusión es a la película de David Cronenberg, basada en la novela del mismo nombre, es decir, El almuerzo desnudo de William Burroughs, cosa de la que me enteraría años después. Burroughs es sólo uno de los muchos autores que conformaron la llamada “generación beatnik”, una serie de escritores norteamericanos de mediados del siglo XX, cuyas principales características fueron la innovación en lo relativo a la forma y el contenido de la literatura norteamericana de ese momento.
De cara al contenido, los beat comenzaron a hablar sobre temas poco usuales para la época; tópicos como la homosexualidad, el sexo y la heroína. Un buen ejemplo de ello es la primera novela del propio Burroughs: Yonqui, obra que intenta ofrecer un esbozo sobre la adicción a la heroína desde la experiencia del propio autor. Cabe mencionar lo controvertido que para 1953, año de publicación de dicho texto, resultaba el tema de “la droga” (es decir, la heroína, única droga que merece llevar ese nombre, según Burroughs), tanto así que el autor debió escribirla bajo el seudónimo de William Lee. Existen frases en Yonqui que reflejan bien el estado quasi catatónico del adicto común y ordinario: “La droga llena un vacío […] Nadie decide convertirse en yonqui. Una mañana se levanta sintiéndose muy mal y se da cuenta de que lo es […] La droga no proporciona alegría ni bienestar. Es una manera de vivir”.
En lo que respecta a la forma, En el camino de Jack Kerouac fue escrito a la manera en que, según el propio autor, se improvisa el jazz. Se trata de un ejercicio literario, en el que así como el jazzista compone sobre la marcha el bebop, el escritor lanza manchas de tinta que se convierten en versos. En el camino de Kerouac está considerado como el “manifiesto” de la generación beat y un clásico de la literatura norteamericana del siglo XX. Es una novela en la que más de uno ha creído encontrar los antecedentes del movimiento hippie, y donde hacen sus primeras apariciones los hipsters – aunque poco o nada tienen que ver con los que hoy en día entendemos por hipsters –. El almuerzo desnudo de Burroughs, de igual manera, es un texto que rompe con cualquier intento de estructura narrativa convencional.
Por supuesto que la lista no se reduce a estos dos autores; textos como Aullido de Allen Ginsberg son piezas fundamentales del movimiento. A mí en lo personal, pocas cosas pueden gustarme tanto como encender un cigarro, servirme una copa de ron, poner un poco de música country y leer algo de los beatniks, imaginándome en un recorrido a través de la Colfax Avenue, redescubriendo ese otro Estados Unidos de los rebeldes y las prostitutas, de los amantes del jazz y de las letras, de los viajeros interestatales y los arqueólogos de historias citadinas; de las narraciones de amor y desamor de una noche en un hotel iluminado por luces de neón o de una fría estación de autobús. La lectura de cualquier libro de los beat es una invitación a viajar por ese Estados Unidos: ¿se lanzan?
Recuerdo que hace unos años, uno de mis sobrinos me preguntaba por las animaciones que a mí me tocó ver a su edad, es decir, aproximadamente a los siete u ocho años; más allá del anime como Dragon Ball, Sailor Moon o Caballeros del Zodiaco, entre otras series que yo veía en esa época, vino…
Tuvimos intimidad, no ese intercambio soso y frívolo de carne y fluidos al que ustedes le llaman así. Tuvimos intimidad, de esa a la que pocos seres humanos pueden aspirar en toda su vida. Caminamos de noche, sin destino certero, y el alcohol que nos inundaba la sangre nos hacía reír sin parar, a veces…
Yo tenía diez años, y, no recuerdo bien por qué razón, pero mis padres, mi hermano y yo, fuimos una tarde al mercado de Jamaica. Era bastante común que visitáramos esa zona del ya desaparecido Distrito Federal (que no es lo mismo que la Ciudad de México). Mientras recorríamos los pasillos del mercado, pasamos por…
Hace ya algunos años, llegó a mis manos una cinta que me marcaría de manera definitiva; es de esas películas que no puedes dejar de ver, y que cada que tienes la oportunidad la vuelves a poner, esperando que todo sea distinto a la última vez y encontrando nuevos elementos para reflexionar. Estoy hablando del filme francés del año 2008 titulado Mártires, dirigido por Pascal Laugier.
Se trata de una obra que conmueve hasta la fibra más profunda de nuestro ser, ya que su contenido visual, emocional, psicológico e incluso teológico-religioso no deja indiferente a nadie, por no hablar de las extraordinarias actuaciones y un trabajo de dirección impecable. Junto con Irreversible de Gaspar Noé, puedo decir que son las cintas francesas que más me han conmocionado en toda mi vida (hasta el momento), dejándome sin dormir por varias noches.
Imagen promocional de Mártires
Cuando hace un par de meses apareció el avance de una cinta francesa titulada Raw (Voraz aquí en México), quedé impresionado, y sentí debido a la temática, la estética y el país de origen, que me encontraba ante algo muy parecido a Mártires, y obviamente, tuve enormes deseos de verla, sin embargo, por una o por otra razón, no pude nunca asistir a las salas de cines y cumplir dicho deseo.
En su momento me sentí muy alegre cuando pude observar que Voraz había llegado a Netflix, así que una buena noche, y con todo preparado (ya saben: palomitas, luces apagadas, cortinas cerradas, perros encerrados, etc.), me dispuse a ver la tan esperada cinta. Desgraciadamente, el resultado no fue el esperado.
Voráz es una película mal escrita, mal actuada y mal dirigida, con una historia que daba para crear una obra verdaderamente inquietante, y que, sin embargo, ni siquiera puedo decir que se queda a medias. Con Voraz asistimos a la presentación de una directora que intenta perturbarnos por medio de imágenes simplonas y grotescas; ¡aguas!, no estoy descalificando al cine gore, lo que estoy diciendo es que Voraz es un trabajo tan infantil que se reduce a la pura exposición de escenas desagradables que, por fuerza, provocan algo en el espectador; es la diferencia entre ver una cinta pornográfica y leer al Marqués de Sade, la línea casi invisible entre la mera exhibición y la creación de una imagen estética.
Tomemos, por ejemplo, La casa de los 1000 cuerpos de Rob Zombie, una película de culto dentro del sub-género del gore, donde incluso las escenas más violentas, horrorosas y repugnantes están trabajadas con sutileza e inteligencia. Voráz toma el camino fácil y se limita a enseñarnos ingesta de carne cruda y sangre “na’más porque sí”. Por si fuera poco, la cinta es aburridísima, y el trama no tiene ni pies, ni cabeza; me atrevería casi a decir que no hay trama, sino un cúmulo de diálogos y escenas que se suceden las unas a las otras. Los personajes son unidimensionales y no existe, en ningún momento de la película, la más mínima justificación dramática para su manera de comportarse. Es una cinta donde hay homosexuales que no son homosexuales pero que sí son homosexuales (así como me leen, así se desarrolla la cinta) y en la que el “espectacular giro de tuerca” radica en sostener que el canibalismo es genético.
Por otro lado, me sorprendió leer algunas críticas en la red, las cuales sostenían que la cinta era una obra maestra que abordaba tópicos tales como el despertar de la sexualidad y el paso a la vida adulta. En mi opinión, todas esas reseñas parten de un prejuicio esnob que dicta que, por estar en francés, se trata de una producción de altos vuelos intelectuales y reflexivos, y que no es que la película sea un bodrio, sino que la directora es sutil y la obra debe desmenuzarse. Y si esto último fuese cierto, en el mejor de los casos nos encontraríamos ante una cinta tediosa y pretenciosa.
En conclusión, y como ya lo apunta el título, Voraz es una cinta que da asco, pero por las razones equivocadas.
En 1997 salió a la venta el videojuego que para muchos es, incluyéndome, uno de los mejores y más importantes de la historia de la industria: Castlevania: Symphony of the Night – obra de la que no entraré en detalles porque merece su propia entrada -. Esta entrega, perteneciente a la famosa saga de videojuegos…
Ya he escrito sobre otros trabajos de Mike Judge aquí en el blog, y ahora quiero hablar de otra serie animada que, junto con Beavis and Butt-head, es una de las mejores entregas del actor y productor norteamericano; me refiero a Los Reyes de la Colina, serie emitida por Fox desde al año de 1997…
Hace poco tuve la oportunidad de viajar a Acapulco. Desde que tomé la carretera, una serie de recuerdos comenzaron a llegar, y es que ese fue el lugar donde conocí el mar por primera vez y donde se encuentran varios de los primeros recuerdos de toda mi vida. Sobre todo, las memorias que aparecieron en…
Usualmente, cuando se piensa en la Gran Depresión, en el Jueves Negro y en otros tantos episodios que acompañaron a la Gran Crisis de 1929, se piensa en el ámbito de lo urbano. Inmediatamente vienen a nuestras cabezas imágenes que ya forman parte del inconsciente colectivo; hombres aventándose por las ventanas de los rascacielos de grandes ciudades, crisis nerviosas, gente gritando y corriendo de un lado para otro en las casas de bolsa, cúmulos inmensos de personas gritando afuera de los bancos, aterrados por la idea de haber perdido todos sus ahorros. Sí, esas son las imágenes que, usualmente, llegan a nuestra imaginación cuando pensamos en la crisis de 1929; sin embargo, esa crisis tuvo otra cara, quizá más desgarradora e inclemente que la de las grandes ciudades, y esa otra cara es la que nos muestra la realidad de la crisis en el campo. Las uvas de la ira del escritor norteamericano John Steinbeck es un relato crudo y cruel de cómo fue que se vivió ese colapso del modo de producción capitalista en una realidad que, parecía ser, poco o nada tenía que ver con Wall Street y toda la parafernalia de las finanzas capitalistas, y a la cual y a pesar de esa aparente lejanía, azotó de forma inclemente y despiadada.
La historia comienza con Tom Joad, hijo de una familia de campesinos que acaba de salir de prisión debido a haber cometido un homicidio años atrás. De vuelta a casa, el joven Tom encuentra a su familia a punto de emprender un viaje que ninguno de los miembros de ésta quisiera hacer, pero que se ven obligados a realizar, y es que debido a las malas cosechas, esa entidad que es descrita en el libro como un monstruo voraz sin rostro ni nombre – “el banco” – en su afán por satisfacer un apetito que nunca se encuentra del todo saciado, ha embargado las tierras de varias centenas de familias a lo largo y ancho de todo el estado de Oklahoma. La disyuntiva es clara para esta gente que vivía de la tierra y que así lo había hecho durante décadas; viajar o morir de hambre.
A partir de ahí, los Joad comienzan un viaje hacia California, que según han dejado ver unos volantes, es el lugar donde no sólo hay trabajos bien pagados, sino que éstos están acompañados de la promesa de una vida mejor; empero, y cómo el lector comienza a adivinar desde las primeras páginas que relatan el viaje, dicha promesa no es más que una ilusión, así como el oasis aparece a la lejanía en la inclemencia del desierto, ya que el viaje, desde el principio, no resulta ser otra cosa sino una serie interminable de desgracias que se van sucediendo una tras otra.
Steinbeck pone sobre la mesa diversos temas que, desgraciadamente, asustan por su actualidad: la xenofobia contra el inmigrante, ese enemigo invisible que representa todos los miedos del socius, y por ese motivo se vuelve ese viajero, casi siempre arrastrado por la necesidad y el mero instinto de supervivencia, objeto del odio acumulado de una sociedad temerosa y resentida. Los okies son aquellos seres humanos extraños, a los cuales se les odia y persigue por el simple hecho de aparecer como portadores de enfermedades, delincuencia, pecado, decadencia económica y moral, entre otras tantas cosas. Parece increíble que casi ochenta años después, aquellas palabras de odio y rencor encuentren tanto eco en esa misma sociedad norteamericana en la figura del actual presidente de dicha nación.
Otro punto que me pareció relevante (y he de decirlo, de nueva cuenta repulsivamente actual) es el reforzamiento de los cuerpos policiacos, aquellos que tal y como apunta Rosa Luxemburgo, cuando el Estado se convierte en “Estado de clase”, dichos cuerpos no están ahí para proteger a la sociedad, sino sólo a una parte de ella: la clase dominante. Son varios los pasajes donde la familia Joad se encuentra viviendo en campamentos de refugiados, en condiciones en las cuales ni los propietarios de esas grandes extensiones de tierra tendrían viviendo a sus cerdos, y es en esos lugares donde los policías se encuentran de manera periódica y constante haciendo rondas, intimidando e insultando a los okies, cuidando de que a ninguno de ellos se les olvide “quién es quién”. La impunidad con la que operan los sheriffs no tiene límites, imputando crímenes a su antojo a sujetos del todo inocentes o incluso llegando a matar sin consecuencia alguna.
Las uvas de la ira es un relato que pone en perspectiva el proyecto del modo de producción capitalista cuando éste falló de manera clara y flagrante a principios del siglo XX. Recordando a Walter Benjamin, ese proyecto capitalista arrasa como un huracán que no deja nada a su paso, al igual que aquellos enormes tractores que destruían las granjas enteras de cientos de familias; ¡ahí se esconde la noción de progreso! En esos tractores que deben destruir lo viejo para dar paso a algo más, sin dejar ver cuál es el precio que se está pagando.
Resulta significativa la escena donde los más pequeños de la familia, Ruthie y Winfield, al encontrarse por primera vez en su vida con un escusado, creen haberlo roto y huyen a toda prisa al jalar la palanca, pasaje de la novela que deja ver lo lejanas que estaban todas esas familias (y lo lejanas que se encuentran muchas otras tantas hoy en nuestros días) de un proyecto que no sólo no las incluye, sino que les es directamente hostil a todas ellas.
En conclusión, el texto de Steinbeck denuncia desde la trinchera de la literatura esa otra cara de la crisis de 1929, y me atrevería a decir que no sólo se limita a mostrar las injusticias de ese periodo, sino de todo un sistema en el que parece más valiosa la vida de un par de caballos para arar la tierra que de miles de seres humanos muriendo de hambre en esos campamentos de refugiados; un sistema en el que un hombre puede poseer tantos acres de tierra hasta llegar al punto de no poder contarlos, pero en el que a la vez existan otros hombres que no puedan tener un par de metros cuadrados de esa misma tierra para alimentar a su familia. Si algo me llamó la atención del libro de Steinbeck fue, por un lado, el instinto más básico de la vida humana por preservarse a sí misma; por el otro, la idea de que varias de las luchas más salvajes y prolongadas por las que ha tenido que pelear la humanidad (y, desgraciadamente, sigue pasando) no han sido por metales preciosos, ni por petróleo; muchas de las luchas que se han tenido que emprender incluso al precio de perder la propia vida han sido por comida y vivienda. “Las uvas de la ira” se siguen cosechando en el corazón de millones de seres humanos hoy en día.
Para todos los que crecimos en los 90’s, existen una serie de imágenes, personajes y referencias que se volvieron icónicas, tanto así que muchas de ellas hoy en día se siguen utilizando a la manera de memes. La vaca y el pollito, serie animada creada por David Feiss, es (y díganme si no, estimado lector…
Por allá de los 90’s, dos inadaptados creados por Mike Judge rompieron la televisión norteamericana y de un montón de otras latitudes; nos referimos, por supuesto, a Beavis and Butt-head. Estos dos adolescentes irreverentes y sinvergüenzas tenían una compañera de clase, profunda, sensible, culta e inteligente, pero al igual que Beavis y Butt-head, con problemas…
Hace un par de semanas estaba lavando trastes, cuando de pronto llegó hasta mis oídos la canción de «Chan Chan» de Compay Segundo. Maru había puesto el disco de 1997 del Buena Vista Social Club, y, más allá de querer reseñar el disco en esta entrada, escribiré sobre lo que pasó conmigo en esos momentos,…
Adam Sandler es uno de esos personajes que no le son indiferentes a nadie: lo amas, o lo odias, pero creo que todos tenemos una opinión sobre él. En lo personal, hay películas que me parecen graciosas y varias de ellas sinceramente memorables y muy buenas cintas, como The Wedding Singer, Little Nicky, Eight Crazy Nights, Sandy Wexler, Anger Managment, 50 First Dates, The Longest Yard, y Big Daddy (no se hagan, han visto más de una de éstas y se han reído bastante). Por otro lado, hay películas que se ve que son tan malas que ni me atrevo a verlas, porque pienso que preferiría ver crecer el pasto que perder mi tiempo con alguna de ellas, como lo son Jack and Jill, Grown Ups (todas las que existan, que no sé ni cuántas son), Pixels, Bucky Larson, Chuck and Larry o The Waterboy. Y hay otras cintas donde Sandler demuestra que en verdad sabe actuar, que tiene carisma, que sabe interpretar un personaje y que sus dotes actorales son remarcables, como en Funny People y Uncut Gems (si no las han visto, me parecen buenas recomendaciones para este verano). Sin embargo, hoy no les vengo a hablar de una película producida, guionada o dirigida por Sandler, sino de su especial de comedia en Netflix que se titula Adam Sandler 100% Fresh.
De verdad no saben la sorpresa que me llevé al ver este especial, porque no sólo me reí mucho, sino que incluso hay una parte que emociona y enternece hasta las lágrimas. Sandler demuestra que es todo un showman: escribe, produce, actúa e interpreta todas las partes del espectáculo, incluyendo no sólo los chistes al más puro estilo del Stand Up, sino también todas sus composiciones musicales. Me sorprendió, más allá de pequeños momentos en algunas de sus cintas, poder observar al músico versátil y profundo que Sandler resulta ser.
Hablando de éstas últimas, sobresalen Bar Mitzvah Boy, Phone, Wallet, Keys (que nos recuerda a los célebres sketches de Saturday Night Live, lugar de donde salió el propio Sandler), y por supuesto, mi momento favorito de todo el especial en el que el protagonista rinde un tributo a uno de sus mejores amigos y uno de los comediantes norteamericanos más importantes del siglo pasado: estamos hablando de Chris Farley.
Como dije, creo que todos tenemos una opinión sobre Adam Sandler, pero de verdad les recomiendo poder ver este especial. No sé si pueda decir que no se arrepentirán, pero sí creo que definitivamente verán a un Adam Sandler distinto al de varias de sus producciones cinematográficas. En lo personal, creo que es uno de los mejores contenidos de comedia de la plataforma.
¿Ustedes, ya vieron el especial? ¿Qué opinan de Adam Sandler?
¿Alguna vez se imaginaron poder estar en Roma y en cuestión de segundos llegar a Japón? Bueno, pues con Thermae Romae Novae en Netflix eso ya es posible. Esta serie animada, inspirada por el cómic de Mari Yamazaki, nos introduce en el mundo de Lucius Modestus, personaje que forma parte de un importante linaje en…
La primera referencia que tuve en mi vida sobre la generación beat fue (aún sin yo saberlo en aquella lejana infancia) el ya clásico capítulo de Los Simpson en el que Bart falsifica una licencia de conducir. De entre las diversas hazañas que él, Milhouse, y Nelson llevaron a cabo con la identificación falsa, resalta…
Hace ya algunos años, llegó a mis manos una cinta que me marcaría de manera definitiva; es de esas películas que no puedes dejar de ver, y que cada que tienes la oportunidad la vuelves a poner, esperando que todo sea distinto a la última vez y encontrando nuevos elementos para reflexionar. Estoy hablando del…
Nunca he estado de acuerdo con clasificar a la gente de acuerdo al periodo en el que nacieron: boomer, millenial, “generación x”, etc. Me parece que dichos motes explican poco y dividen bastante. Al estudiar historia, me he dado cuenta que muchos pensamientos son cíclicos. Por ejemplo: los Textos de Historia del Arte de Plinio el Viejo comienzan diciendo que el arte de su época ya no es como el arte que le antecedió, es decir, que un romano del siglo I dice exactamente lo que dijeron nuestros padres de la generación anterior, lo que muchos de nosotros decimos, y lo que, seguramente, dirán las generaciones venideras en su momento. Sin embargo, esto no quiere decir que no existan particularidades a la hora de analizar la vida de cada uno de los sujetos históricos.
Close Enough, serie creada por J.G. Quintel, la mente detrás de Un show más (A Regular Show), es una divertidísima comedia animada que muestra cómo es que los que nacimos alrededor 1989 nos enfrentamos a los retos de la actualidad.
La serie nos presente, entre muchos otros personajes, a Emily y a Josh, quienes ante una difícil situación económica, comparten hogar con Alex y Bridgett (quienes, por cierto, estuvieron casados hace ya unos años). La joven pareja tiene una hija, Candice, a quien aman profundamente pero que, con la brecha generacional existente, comprenden poco, sin embargo, se esfuerzan más allá de todos los límites por darle una educación adecuada y la atención que merece su pequeña hija.
Con un humor muy ácido e irreverente, Close Enough nos muestra todas las peripecias de lo que significa crecer y enfrentar la paternidad en tiempos de los “Funko Pop”. Llevando el humor al que nos tenía acostumbrado en A Regular Show, J.G. Quintel nos ofrece una comedia donde encontraremos desde situaciones inverosímiles como la aparición de un caballo “mágico” o el encuentro con un “humano perro”, hasta parodias de Goodfellas de Scorsese.
Usualmente, cuando se piensa en la Gran Depresión, en el Jueves Negro y en otros tantos episodios que acompañaron a la Gran Crisis de 1929, se piensa en el ámbito de lo urbano. Inmediatamente vienen a nuestras cabezas imágenes que ya forman parte del inconsciente colectivo; hombres aventándose por las ventanas de los rascacielos de…
Adam Sandler es uno de esos personajes que no le son indiferentes a nadie: lo amas, o lo odias, pero creo que todos tenemos una opinión sobre él. En lo personal, hay películas que me parecen graciosas y varias de ellas sinceramente memorables y muy buenas cintas, como The Wedding Singer, Little Nicky, Eight Crazy…
Antes de cualquier cosa, quisiera decir que esta no es una reseña sobre la película del 2019 dirigida por Martin Scorsese, y es por eso mismo que no aparece en la sección de Vulpes Videns, es más una reflexión sobre el significado que, para mí, tiene dicha cinta. En ese sentido, es necesario mandar una…
Antes de cualquier cosa, quisiera decir que esta no es una reseña sobre la película del 2019 dirigida por Martin Scorsese, y es por eso mismo que no aparece en la sección de Vulpes Videns, es más una reflexión sobre el significado que, para mí, tiene dicha cinta. En ese sentido, es necesario mandar una alerta de spoiler y también decir que no me dedicaré a describir la sinopsis de la película.
¿De qué trata The Irishman y por qué considero que es uno de las obras maestras de Scorsese? Para mí, El Irlandés es una película con dos tópicos claves: el tiempo y la muerte. Desde el primer plano secuencia con el que comienza la cinta, acompañado de In The Still Of The Night de The Five Satins, se me pusieron los pelos de punta (incluso ahora mientras escribo esto, vuelvo a sentir escalofríos); el sello inconfundible de Scorsese que nos recuerda, de inmediato, a otras obras como Goodfellas y Casino se hace presente desde los primeros segundos. Después, nos encontramos con Frank Sheeran, interpretado por una de las insignias de Scorsese, Robert De Niro, quien comienza a contar su propia historia con una de las frases más memorables de toda la cinta, aquella en la que se hace referencia a la actividad de “pintar casas”. Sheeran se muestra a lo largo de toda la película a un hombre de familia, miembro de la clase trabajadora, pero que, por una o por otra cuestión, termina viéndose involucrado en el mundo del crimen organizado. “El Irlandés”, como es apodado, se vuelve el protegido de Russell Bufalino, interpretado por otro de los baluartes de la filmografía de Scorsese, Joe Pesci, quien termina conectándolo con el famoso Jimmy Hoffa (Al Pacino), con quien Sheeran establece una relación no sólo de cuidado y protección, sino de profunda amistad y cariño, lo que convierte a toda la cinta en una verdadera tragedia cuando él es el encargado de asesinarlo.
El Irlandés es una cinta con una duración de casi cuatro horas, pero ahora, quisiera centrarme en los últimos minutos de ésta. Después de una vida de lujos – incluyendo filetes de carne de la mejor calidad – podemos observar la vida de nuestros protagonistas en la cárcel, momentos en los cuales Bufalino es incapaz de poder masticar su propia comida; se trata de uno de los grandes capos de la mafia quien ahora no puede ni siquiera tragar un pedazo de pan sin la ayuda de alguien más. Sheeran termina completamente solo en el mundo, pagando las consecuencias de su vida criminal, con el amor perdido de una hija que termina odiándolo y despreciándolo al darse cuenta, desde pequeña, de la vida de violencia, crimen y asesinato que su padre llevó siempre; la escena en la que él, apenas pudiendo caminar, se acerca a su trabajo para poder hablar con ella y en la que al instante de verlo sale corriendo para ni siquiera cruzar miradas con él se siente sinceramente desgarradora.
Preguntemos de nueva cuenta: ¿de qué trata The Irishman y por qué la considera una de las obras maestras de Scorsese? Pues bien, The Irishman es una reflexión dolorosa y aguda sobre el sentido de la vida, disfrazada de una película sobre mafia. Tanto Bufalino como Sheeran terminan por recordarnos algo esencial de la existencia humana: no importa lo que hayas hecho en la vida, o qué tan importante te hayas creído en su momento, todos terminamos en el mismo lugar: la tumba (aspecto que me parece que refleja bien la cita del evangelio de San Marcos 8:36 que reza “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?”). La escena que nos muestra esto de manera definitiva es aquella en la que un Sheeran viejo y derrotado en un asilo se encuentra viendo una serie de fotografías mientras una enferma lo atiende; él, al observar una foto con Hoffa, se la muestra con una mezcla de nostalgia y orgullo a la enfermera, preguntándole si sabe con quién está; Hoffa fue uno de los hombres más poderosos de su tiempo, por lo que Sheeran piensa que la enfermera se asombrará, sin embargo, ella termina por decirle que no tiene ni idea de quién es el hombre de la foto. Ahí podemos ver, quizá, el punto más álgido de toda la cinta: un hombre al que no le queda ninguna cosa más que sus recuerdos, los cuales, por más valor que él pretenda darles, cae en cuenta que lo que para él significó el punto más alto de su vida, para el resto del mundo todo ello es indiferente. ¡Eso es The Irishman! Una obra que nos dejar ver que, incluso para los más “poderosos”, para aquellos seres humanos que piensan que mueven y controlan el mundo, al final nada de ello importa. ¿Cuál sería, en consecuencia, el sentido de la vida? Llámenme pesimista, pero creo que la lección que deja The Irishman es precisamente que la vida no tiene sentido. Aquí tenemos a un hombre quien muere solo la noche de Navidad, y quien está lleno de memorias que buscar compartir, pero que sólo serán escuchadas por un sacerdote debido a la compasión.
Otra escena memorable es cuando el FBI interroga a Sheeran, y le piden que, después de varias décadas, confiese el asesinato de Hoffa; al preguntar por su abogado, los agentes le dicen que él ya murió, a lo que Sheeran pregunta con asombro “¿quién lo hizo?”, acostumbrado a suponer que se trató de un asesinato en el marco de un ajuste de cuentas, sin embargo, los agentes le responden que: “fue el cáncer”, golpeando a Sheeran una vez más con la conciencia del tiempo y la fugacidad de la vida.
Esta era una entrada que yo ya tenía en mente publicar desde hace tiempo, sin embargo, estas últimas semanas me han puesto de relieve los temas que son tratados en The Irishman. Dedicamos nuestras vidas a cosas que consideramos que son las más importantes, cuestiones que nos resultan innegociables, pero al final, quizá nos encontramos con ochenta años con la mirada perdida, aturdidos en una silla, completamente solos, y pensando que aquello a lo que le dedicamos nuestra existencia no nos sirvió para la gran cosa. Pienso ahora también en The Godfather III de Francis Ford Coppola, filme en el cual podemos ver en la última escena una situación bastante parecida a la de El Irlandés, donde vemos a Michael Corleone (Al Pacino de nueva cuenta), morir en absoluta desolación. Al igual que Sheeran, los dos fueron hombres poderosos, los dos mueren sin que ningún ser humano se dé cuenta de que han abandonado este mundo, y los dos perdieron a sus hijas, aquellas que en repetidas ocasiones dan a entender que se tratan de “lo más importante de su vida”, sin embargo, todas sus acciones se encaminaron a que una terminara siendo asesinada, y la otra, cortara de manera tajante y absoluta la relación con su padre. Y esta es otras de las contradicciones de la vida humana que The Irishman me pone a pensar: la manera en cómo podemos decir “mil y una cosas” sobre lo que se supone que es importante para nosotros en la vida, pero nuestras acciones nos llevan a lugares completamente distintos. Si recordamos ahora a Tony Soprano (The Sopranos) y a Walter White (Breaking Bad), veremos otros dos ejemplos de personajes que no se cansaron de decir que su familia era lo más importante, pero sus acciones siempre estuvieron encaminadas a poner a su propia familia por debajo de sus otros intereses. Todos ellos son personajes que abandonaron “lo más importante para ellos” por algo más, en este caso, su trabajo.
En contraposición a estos personajes, en la ficción encontramos también a Michael Scott (Steve Carell) de The Office, personaje que ha dedicado su vida al trabajo, pero cuando tiene la oportunidad de obtener lo que siempre ha anhelado – una familia – decide dejarlo todo por ir tras esa ilusión. Años después, en el último capítulo de la serie, lo vemos recompensado por sus decisiones, aquellas que implicaron dejar a un lado parte importante de su ego, y viviendo una vida feliz.
The Irishman es una cinta que nos dibuja a un hombre que termina por comprar su propio ataúd, porque sabe que nadie más lo haría; ¡Esa es la crudeza de la cinta y lo que nos quiere poner a pensar! Cómo es que cada uno de nosotros terminará viviendo sus vidas, y qué tanta importancia le damos a lo que hacemos a lo largo de nuestra existencia, porque, todo parece indicar, que al final, por más importantes, indispensables o poderosos que nos sintamos, o por más que sintamos que no podemos renunciar a lo que estamos haciendo, lo único que conseguimos es ahorrar para comprar nuestro propio ataúd; ahí es donde comprendemos que la vida, tal y como me parece que nos expresa The Irishman, en realidad, no tiene ningún sentido.
Nunca he estado de acuerdo con clasificar a la gente de acuerdo al periodo en el que nacieron: boomer, millenial, “generación x”, etc. Me parece que dichos motes explican poco y dividen bastante. Al estudiar historia, me he dado cuenta que muchos pensamientos son cíclicos. Por ejemplo: los Textos de Historia del Arte de Plinio…
No podía creer lo lentos e iguales que pasaban todos los días. Se trataba de una rutina interminable en la que nada nuevo acontecía. ¿Cuánto tiempo más me faltaba por vivir así? ¿cinco, diez, veinte años? Mi vida era una tortura inacabable que no sabía por cuánto más podría sostener. Una noche, decidí ir a…
Iba caminando por la Calzada de Tlalpan, cuando vi una barda pintada con una especie de mural: se trataba de dos niñas pequeñas y un zorro, las tres figuras en un bosque, y en medio se encontraba la leyenda “no dejes de sonreír”. Algo se movió dentro de mí, y decidí que cambiaría los planes…
No podía creer lo lentos e iguales que pasaban todos los días. Se trataba de una rutina interminable en la que nada nuevo acontecía. ¿Cuánto tiempo más me faltaba por vivir así? ¿cinco, diez, veinte años? Mi vida era una tortura inacabable que no sabía por cuánto más podría sostener.
Una noche, decidí ir a buscar una prostituta; no tenía amigos, ni familia, por lo que no existía una sola alma en el mundo con quien pudiera charlar. Al llegar con ella, inmediatamente preguntó:
– ¿Qué es lo que vas a querer?
– Quiero platicar contigo
– Suelen ser bichos raros los tipos como tú que contestan esas cosas
– Acertaste, nena
Supongo que, después de todo, las arrugas en mi rostro, mis ojeras, mi cabello canoso y maltratado y el fuerte hedor a cigarro y sudor que despedía no fueron suficientes para asustarla, por lo que, encogiéndose de hombros, comenzó a caminar a mi lado.
Llegamos a una cantina de muy mala muerte; el olor a orines de los baños se podía respirar en la mesa en la que estábamos. Me senté, pedimos un par de tragos, y encendí un cigarrillo sin decir nada.
– Para querer platicar, no eres alguien muy bueno conversando – dijo ella casi burlándose de mí. Y tenía razón, la última vez que había hablado con una mujer había sido unos años atrás con mi exesposa, quien ahora vive en California y tiene dos hijos. Aun con lo que ella me dijo, no solté ni una sola palabra. Ella comenzó a fumar también, y me preguntó si tenía esposa, o a qué me dedicaba, pero yo, de nueva cuenta, no dije nada. Comenzaron a llegar los tragos y los fuimos consumiendo velozmente sin siquiera mirarnos los rostros. Después de sesenta minutos, me dijo que mi tiempo se había acabado:
– Lo siento, guapo, me voy, tengo que levantarme temprano – y una vez dicho eso, se fue.
En esos momentos la envidié con todo mi corazón y con todas mis fuerzas, debido al hecho de que ella tenía una razón, sea cual sea, para levantarse a la mañana siguiente; para mí, sólo existían los tragos y los cigarros que aun continuaban sobre la mesa, y después de eso, todo volvería a ser exactamente igual que el día anterior.
El verano está a punto de terminar, y debido a la situación extraordinaria que como humanidad estamos viviendo gracias al COVID-19, el cine ha sido un gran refugio para muchos de nosotros, es por eso que, en esta ocasión, decidí escribir sobre 10 películas para poder distraernos un rato en la comodidad de nuestros hogares.…
Entramos mi hermano y yo a ese bar en Berlín donde se estarían presentando The Ramones. La emoción era demasiada, ya que desde que teníamos 13 y 14 años esa había sido una de nuestras bandas favoritas, y por fin se había arreglado todo para que pudiéramos verlos. Era verano, por lo que el calor…
– Sí sabes que tu trabajo es una mierda, ¿verdad? – No tienes ningún derecho a juzgarme – No te estoy juzgando, sólo te pregunto si sabes que tu trabajo es una mierda – Sí, lo sé. – ¿Y sabes que lo nuestro es una mierda también? – Me vas a hacer llorar – No,…
Iba caminando por la Calzada de Tlalpan, cuando vi una barda pintada con una especie de mural: se trataba de dos niñas pequeñas y un zorro, las tres figuras en un bosque, y en medio se encontraba la leyenda “no dejes de sonreír”. Algo se movió dentro de mí, y decidí que cambiaría los planes que tenía para ese momento; ya habría otro día para aventarse de un puente.
Hace un par de días decidí que era hora de organizar todo mi archivo fotográfico, tarea que llevo años posponiendo por las razones que ahora les contaré. Para mí, ver mi vida en aquellos fragmentos de realidad que se llaman “fotografías”, más allá de contentarme, se convierten casi en una automática declaración sobre cómo parece…
Salí de trabajar a las diez de la noche, aproximadamente. No soportaba las plantas de los pies, ni el cuello, ni mi espalda. Encaminarme hacia mi departamento sólo significaría otra noche más de insomnio, por lo que decidí salir a tomarme un trago. Llegué a un bar de “mala muerte” que se encontraba muy cercano…
Hace un par de semanas, una de las personas más cercanas a mí me dijo que me veía muy mal, y me preguntó si no sería bueno que tomara “chochos para la ansiedad”. Me reí y le contesté que no, no porque estigmatizara o menospreciara ningún tipo de tratamiento psiquiátrico (mi opinión sobre los psicofármacos…
El verano está a punto de terminar, y debido a la situación extraordinaria que como humanidad estamos viviendo gracias al COVID-19, el cine ha sido un gran refugio para muchos de nosotros, es por eso que, en esta ocasión, decidí escribir sobre 10 películas para poder distraernos un rato en la comodidad de nuestros hogares. Con esta breve selección, ustedes podrán decidir si echarse un maratón de varias horas, o bien, irlas dosificando a lo largo de algunos días. La lista que presento a continuación no tiene ningún criterio, es decir, no están pensadas a partir de su género, ni de su temática, ni de su nacionalidad, son sólo 10 obras que han venido a mi memoria y que considero que pueden resultarles interesantes o entretenidas, por lo que aquí encontrarán desde cintas de terror y comedias “palomeras” hasta obras que han sido consideradas como “de culto”.
1.- Apocalypse Now, Francis Ford Coppola, 1979: Empezamos fuerte la lista con una de las obras más espectaculares y acabadas de la historia de la cinematografía; quizá parezca exagerada mi afirmación, pero cualquiera que se siente a ver con seriedad Apocalypse Now se dará cuenta de la obra maestra que esta película sigue siendo hasta nuestros días. Es difícil no quedarse atónito frente a escenas tan icónicas como la de los helicópteros acompañados de La Cabalgata de las Valkirias de Wagner. No sólo la producción y la dirección son monstruosas, sino que las actuaciones de Martin Sheen, Robert Duvall y Marlon Brando resultan ser todo un regalo a la historia de la cinematografía. Apocalypse Now, me parece, toma de pretexto a la guerra para hablar de uno de los espacios más oscuros del alma humana: el horror. La película parte del horror de la guerra para reflexionar sobre cómo ese horror puede incrustarse en el alma de una persona, desconfigurándola por completo. Una vez que se ha vivido el verdadero horror, no hay retorno posible, y Apocalypse Now nos muestra esta experiencia desgarradora con inteligencia y profundidad. Algunas frases de esta cinta se han convertido en parte de la cultura popular, como la célebre “I love the smell of Napalm in the morning”. En lo personal, recomiendo ver la versión Redux, que es la de mayor duración; con sus casi 3 horas de duración (las cuales para mí pasaron como 5 minutos) es mi versión favorita, aunque muchas personas prefieren quedarse con el corte de hora y media. Ustedes elijan.
2.- Full Metal Jacket, Stanley Kubrick, 1987: Seguimos con otro peso pesado del cine del siglo XX, y aquí encontramos a Stanley Kubrick en una de sus últimas cintas: Cara de guerra, como es más conocida en Latinoamérica. Al igual que Apocalypse Now, Cara de guerra nos sumerge en ese inframundo surrealista que termina por ser el delirio bélico. Como en Naranja Mecánica o en Ojos Bien Cerrados, aquí también se deja ver la maestría de Kubrick en la dirección: desde la elección de la banda sonora (empezando con la melodía Country de Hello Vietnam), hasta la obsesión casi insana en los pequeños detalles. Con frases ya representativas de la cultura pop como “Me so horny, me love you long time”, Full Metal Jacket es una cinta que no le da tregua al espectador, pasando de lo cómico y lo absurdo a lo inesperadamente crudo y cruel; moviéndose entre la decisión sobre si matar a o no a una pequeña vietnamita de 13 años, a cantar con alegría y regocijo una canción sobre Mickey Mouse; quizá en esto radica el absurdo de la guerra, cosa que Cara de guerra estaría poniendo sobre la mesa, porque al final, y como dice uno de los personajes principales: “los muertos sólo saben una cosa: es mejor estar vivo”.
3.- Gegen die Wand, FatihAkin, 2005: Siempre que tengo ganas de ver alguna cinta que termine por hacerme sentir profundamente triste y desconsolado, elijo alguna del director turco-alemán Fatih Akin. Contra la pared es una historia de amor poco convencional, que tiene lugar entre drogas, violencia, asesinato y mucho Post-Punk. Ante un intento fallido de suicidio, Cahit terminará en una clínica psiquiátrica en la que conocerá a Sibel, una joven bella y en apariencia alegre la que, sin embargo, está ahí por intentarse suicidar en repetidas ocasiones. Inesperadamente, Sibel le pedirá a Cahit que se case con ella; sus motivos, desconocidos hasta ahora por el espectador y por el propio Cahit irán apareciendo poco a poco. ¿Lograrán Sibel y Cahit permanecer juntos?
4.- Tropa de élite, José Padilha, 2008: Al líder del BOPE (Batalhão de Operações Policiais Especiais) el capitán Roberto Nascimento se le ha encargado una misión que por todos lados parece imposible: limpiar las favelas de Río de Janeiro ante la visita del papa Juan Pablo II a dicha ciudad. Nascimento busca rechazar la misión debido a que está a punto de convertirse en padre, y desea alejarse de una vez por todas de la violencia imparable y del círculo interminable de corrupción que su trabajo le ha significado durante toda su vida. Ante la negativa de sus superiores de que rechace la difícil operación, Nascimento comienza a buscar un sucesor para poderse retirar después de asegurar que la visita del papa no se vea manchada por ningún incidente relacionado con el mundo del narcotráfico que inunda a las favelas. En el proceso, Nascimento comenzará a experimentar un lento pero seguro descenso a los infiernos. En su camino, se encontrará con Matías, un joven policía y estudiante de Derecho lleno de ideales quien descubrirá que el mundo de la política es más difícil que leer y comprender Vigilar y castigar de Michel Foucault.
5.- Todo un parto, Todd Phillips, 2010: Del director de The Hangover – ¿Qué pasó ayer? en Latinoamérica –, llega Due Date. Con un casting de primer nivel conformado por Robert Downey Jr., Zach Galifianakis, Juliette Lewis y Jamie Foxx, la cinta nos narra de forma hilarante toda una serie de circunstancias inverosímiles derivadas de un malentendido en un aeropuerto. Peter Highman es obligado a abandonar un vuelo y se ve forzado a emprender un largo viaje en carretera junto a la persona por la que lo echaron del avión, Ethan. Sin dinero, sin licencia para conducir y sin la posibilidad de tomar un avión debido a que fue incluido en una lista negra para volar, Peter tendrá que aguantar todas las excentricidades de Ethan, ¿la razón? Su hijo está por nacer al otro lado del país. Esta es una clásica Road Movie, en la que toda la acción cómica tiene lugar a lo largo del viaje y se desprende de lo disparato de las situaciones. En lo personal, esta cinta hizo que Zach Galifianakis terminara por convertirse en uno de mis comediantes favoritos. Escenas como en la que suena Hey You! de Pink Floyd, cuando Ethan “interpreta” una escena de El Padrino, o el cameo final con una parodia de Two And A Half Men, siempre hacen que termine atacándome de la risa.
6.- Knocked Up, Judd Apatow, 2007: Esta es una clásica película de Judd Apatow: tenemos a Seth Rogen, a Jonah Hill, a su esposa Leslie Mann, a Paul Rudd, dura más de 120 minutos, y pretende combinar comedia que podríamos incluso catalogar de “absurda” con algunas reflexiones sobre la condición humana; en lo personal, creo que esta pieza lo logra bastante bien. La cinta no deja de ser entretenida e hilarante, sin dejar de entregarnos momentos de muchísima emotividad. La premisa es simple: Alison Scott (Katherin Heigl) sale a festejar una noche un ascenso en su trabajo, conoce a un joven agradable llamado Ben Stone (Seth Rogen) y después de unos tragos deciden pasar la noche juntos. Al siguiente día descubre que el tipo es un completo perdedor y que haberse acostado con él fue todo un error, por lo que se despiden para no verse nunca más, el único problema es que Alison se entera un par de meses después que está embarazada. A partir de ahí se desarrolla toda la cinta, en la que se tocarán temas como la amistad, el sexo, el compromiso, el trabajo, las relaciones de pareja y, por supuesto, la maternidad y la paternidad.
7.- The Green Inferno, Eli Roth, 2014: Del director de Hostal nos llega una obra llena de tripas, sangre, carne y diarrea. The Green Inferno es el homenaje de Roth a Holocausto Caníbalde Ruggero Deodato, la película más censurada de toda la historia del cine. En Caníbales – como fue traducida para Latinoamérica – nos encontramos con Justine, una estudiante universitaria que siente que debe involucrarse de manera más activa en los movimientos sociales de su tiempo, para ello, se inscribe en un grupo de activistas quienes en unas semanas tienen planeado viajar a la selva amazónica para proteger a una tribu indígena de la deforestación a manos de una empresa transnacional. En el camino, los jóvenes sufrirán un accidente que los dejará varados en medio de la selva, donde tendrán un encuentro con una de las tribus que habitan el lugar y en la que el ritual del canibalismo y de la mutilación genital son una de las bases del tejido social. Ya se imaginarán la manera en que, a partir de ahí, se comenzarán a desarrollar los sucesos.
8.- Tesis, Alejandro Amenábar, 1996: Ángela (interpretada por Ana Torrent) es una estudiante universitaria que se encuentra en el proceso de realización de su tesis, la cual tiene por tema la violencia en los medios audiovisuales. Como todo estudiante que debe presentar una tesis (¡díganmelo a mí!), la cosa va lenta y llena de dificultades, por lo que decide encontrarse con Chema (Fele Martínez), un compañero de la facultad que es conocido por su personalidad hostil y antisocial y por la enorme cantidad de cintas sobre mutilaciones, asesinatos, ejecuciones y sexo violento que él posee. En el proceso, el director de tesis de Ángela muere en extrañas circunstancias al observar una cinta, la cual, Ángela roba y se la lleva a su casa. A partir de ese momento, y a raíz del contenido de la cinta, Ángela y Chema se ven involucrados en lo que podría ser una red de cintas Snuff (películas supuestamente reales en las que se secuestra, se tortura y se mata a seres humanos con el fin de distribuir dichas grabaciones). La película es para estómagos fuertes, y todo aquel que la soporte será recompensado con una cinta que nos mantiene al borde del asiento de principio a fin. La dirección de Amenábar es extraordinaria, y el guion está lleno de “giros de tuerca”, volviendo a Tesis una experiencia cinematográfica de otro nivel.
9.- Samaritan Girl, Kim Ki-duk, 2004: Esta es una de mis cintas favoritas, en la que se narran los planes de dos jóvenes amigas, Jae-Young y Yeo-Jing por emprender un viaje a Europa. A ambas se les ocurre que la forma más fácil de obtener los recursos económicos para dicho plan es prostituirse. Desde ahí, las tragedias comienzan a acontecer. No puedo decir mucho más sobre esto, ya que esta es una de esas películas donde cualquier pequeño detalle puede arruinar la experiencia de verla. En general, es cruda y conmovedora a la vez, con una banda sonora triste y nostálgica, en la que vamos viendo a los personajes sumergirse en la desdicha y en el dolor, hasta llegar a un punto de “no-retorno”. Particularmente, el drama que vive el padre de Yeo-Jing me parece sinceramente desgarrador, amando profundamente a su hija, y viéndose orillado a tomar una decisión que ningún padre en el mundo quisiera tomar. La cinta de Kim Ki-duk nos habla sobre el amor y la amistad, pero también sobre el crimen, el odio y la venganza, combinando todo en un paisaje de ensueño que tiene lugar en las calles de Corea.
10.- Good Bye, Lenin!, Wolfbang Becker, 2003: Adiós a Lenin es una película que nos narra los últimos años de lo que fue la República Democrática Alemana, también conocida como la Alemania Oriental. Ahí nos encontramos con Christiane Kerner (Katrin Sass) una madre que ha dedicado toda su vida al cuidado de sus hijos y al apoyo incondicional y abnegado al Partido Socialista Unificado de Alemania. Su hijo Alexander (Daniel Brühl) conforme va creciendo, comienza a cuestionar los ideales de su madre, lo que origina una serie de discusiones y conflictos entre ambos. Llegado cierto momento de la película, Alexander deberá tomar toda una serie de decisiones para cuidar la salud física y mental de su madre, momento en que las diferencias ideológicas entre uno y otro serán más débiles que el amor que él le profesa a su progenitora. En el camino se encontrará con Lara (Chulpán Jamátova) con quien comenzará una relación romántica y que le abrirá toda una nueva panorámica, obligándolo a también cuestionarse todo el sentido de las acciones que está llevando a cabo. Con música compuesta por Yann Tiersen (Amelie), Adiós a Lenin es una obra divertida y conmovedora, que nos hace preguntarnos por el alcance de nuestras ideas, por la familia, por la política, la historia, y por qué es lo que pasa cuando todo nuestro sistema de creencias se derrumba de la noche a la mañana.
Ha habido muchas películas que no he incluido en la lista porque deseo hablar de ellas con mayor profundidad más adelante, ya sea aquí en el blog o con algún video en el canal de YouTube, por lo que les pido que si desean que profundice en algunas de las cintas que he puesto aquí ahora, me lo hagan saber. ¿Y ustedes, cuántas películas de esta lista ya conocían? ¿Cuántas tienen pensadas ver?
El autor del que les hablaré en esta ocasión es nada menos que el escritor de la célebre novela de Trainspotting, la cual tuvo una adaptación cinematográfica en manos de Danny Boyle, en la que incluso aparece el propio Welsh interpretando a Mikey Forrester y que catapultó a la fama tanto al escritor como al…
Esta semana desempolvé algunos viejos recuerdos a partir del descubrimiento de un antiguo DVD que se encontraba escondido en uno de mis cajones. Y es que el contenido de ese DVD y el simple hecho de estar hablando ahora mismo de un DVD (para las nuevas generaciones de Netflix y YouTube recomiendo el artículo pertinente…
Antes que nada, no quisiera caer en el lugar común de decir que odio el 14 de febrero y esparcir veneno contra todo aquel que quiera festejar ese día; piénsenlo: ¿Qué sería de los globeros y los dueños de los hoteles sin el 14 de febrero? Sin embargo, el “Día del amor y de la…
Entramos mi hermano y yo a ese bar en Berlín donde se estarían presentando The Ramones. La emoción era demasiada, ya que desde que teníamos 13 y 14 años esa había sido una de nuestras bandas favoritas, y por fin se había arreglado todo para que pudiéramos verlos.
Era verano, por lo que el calor era insoportable, y estando dentro de ese pequeñísimo recinto, se acentuaba todavía más lo alto de la temperatura. No tardamos en pedirnos un par de cervezas, lo más frías que se pudiera, y éstas llegaron casi de inmediato; cuando quisimos pagarlas, nos dijeron que eran gratis, lo que nos causó una enorme alegría. Chocamos los vasos y con una sonrisa nos dijimos “salud”.
Habíamos pedido un par de rondas más, cuando en esos momentos se apagaron las luces y pudimos ver salir a los miembros de la banda uno por uno. Sin previo aviso, escuchamos un “Good evening, Berlin!” y de inmediato, se oyó el icónico “1,2,3,4!”. Con furia y velocidad comenzó a sonar Rockaway Beach, Judy Is A Punk, Oh Oh I Love Her So, Chainsaw y Let’s Dance: cinco canciones en diez minutos; era exactamente como siempre lo habíamos imaginado. Estábamos ya empapados de sudor por no haber dejado de brincar y empujar en el slam.
Después de varios frenéticos minutos más, los ánimos se calmaron y comenzó I Wanna Be Your Boyfriend. Cantamos con tal fuerza y alegría, que yo sentía que esos coros podían escucharse hasta la Ciudad de México. En esos momentos comenzó una de nuestras piezas favoritas, Needles and Pins. Volteamos a vernos, porque sabíamos lo que esa canción significaba para los dos: todos aquellos amores de juventud, tanto míos como suyos volvieron en esos acordes; pedimos otras cervezas y volvimos a brindar mientras cantábamos a todo pulmón:
“I saw her today, I saw her face it was a face I love
And I knew I had to run away and get
Down on my knees and pray that they go away
Still it begins needles and pins
Because of all my pride the tears I gotta hide
Ohh I thought I was smart I stole her heart”
Por un momento volvimos a tener 13 y 14 años, con nuestras playeras negras paseándonos por el tianguis del Chopo. Fue en ese momento cuando me di cuenta que estábamos escuchando a la alineación original: ahí estaba Joey Ramone, y recordé que él ya estaba muerto; volteé a ver a mi hermano y supe que él también había muerto hacía ya algunos años, y entonces lo comprendí: yo también estaba muerto, y el cielo es un concierto interminable de The Ramones con cerveza gratis.
En mis años de preparatoria tenía un compañero que siempre me hablaba de Charles Bukowski, aunque no lo hacía a manera de recomendación, por el contrario, él sostenía que se trataba de un borracho que no sabía escribir y que siempre trataba los mismos temas de manera monótona; años después, un profesor de filosofía me…
Existen libros que por el momento de la vida que estamos viviendo definitivamente nos dejan una marca; en esta ocasión quiero hablarles de un texto que marcó la época más difícil por la que he tenido que atravesar. La semana en que murió mi hermano fue la más complicada de toda mi vida. Faltaba algo:…
¿Qué pensarían si les dijera que una película de comedia estuvo a punto de ocasionar un conflicto diplomático de dimensiones globales, involucrando la activación de ojivas nucleares y, en consecuencia, el exterminio de miles de seres humanos? No, no estoy exagerando, eso es lo que a más de uno nos pareció que podía ocurrir con…