7 libros de filosofía para comenzar

Así como en una entrada anterior ya les recomendé 7 libros de psicoanálisis para quienes estén interesados en iniciar a estudiar la disciplina, hoy les traigo la misma idea, pero en relación a libros de filosofía. No se tratan de libros fundamentales, ni de los más importantes, sino que es sólo una consideración personal (y bastante imparcial, adviértanse) sobre algunos textos que pienso que pueden resultar interesantes para comenzar a leer filosofía. Igual que la entrada anterior, la lista no viene en ningún orden de importancia ni tiene ninguna jerarquía:

1.- El muro: este fue uno de los primerísimos títulos de filosofía a los que me acerqué. Tenía quince años, y yo formaba parte de un grupo de fans de The Cure. Después de un rato de estar ahí, me hice amigo de una chava mucho más grande que yo (no recuerdo su nombre, pero creo que por ese entonces ella tenía 23 años, aproximadamente). Me acuerdo mucho que nos la pasábamos platicando por Messenger (imagínense de qué época les estoy hablando), sobre todo los sábados en la noche, y fue ella quien me dijo que, si estaba interesado en estudiar filosofía, debería de leer El muro de Jean-Paul Sartre. Por esos días conseguí la obra y recuerdo que me pareció muy divertida y me hizo pensar bastantes cosas. Y ese fue mi primer acercamiento a la filosofía en toda mi vida. Curiosamente, no tengo ni idea de quién era esa persona como para agradecerle. Me parece que es muy interesante lo que esta anécdota refleja: nunca sabemos cómo ni de qué manera podemos llegar a influir en las vidas de otras personas; estoy seguro que aquella chica nunca imaginó que tendría tanto impacto en la vida de ese adolescente imberbe como para que su recomendación determinara, en gran medida, a lo que me dedicaría hasta el día de hoy.

2.- Los diálogos: por esa misma época, mi profesora de lógica en el bachillerato, Delia (de ella sí recuerdo perfectamente su nombre), se quedaba a platicar conmigo de filosofía unos minutos después de cada clase, y habiéndole yo contado que acababa de terminar de leer El muro de Sartre, me dijo que regresara al comienzo para seguir, y que leyera cualquiera de los Diálogos de Platón. Ahí sí no recuerdo con qué diálogo comencé, pero para fines prácticos de esta lista, pensé en qué diálogo podría recomendarles, y me decidí por el Fedón, diálogo de la época de madurez del filósofo ateniense que describe el momento de la muerte de Sócrates y que discurre sobre el tema de la inmortalidad del alma. Imperdible para cualquier interesado en la filosofía.

3.- Más allá del bien y del mal: cuando comencé a estudiar filosofía ya a nivel universitario, había un filósofo del que todos hablaban y uno de los primeros referentes que aparecían cuando se nos preguntaba por qué estudiar filosofía; me estoy refiriendo a Nietzsche. Por ese entonces, estudiar filosofía era casi sinónimo de conocer o estar interesado en la obra del filósofo alemán. Por mi parte, empecé a leer a Nietzsche poco antes de ingresar a la licenciatura. Bajando del Metro Taxqueña había un pequeñísimo puesto de libros donde, cada viernes, después de ahorrar toda la semana, compraba un libro de filosofía o uno de Lovecraft por sólo veinte pesos. Una de esas compras fue Más allá del bien y del mal de Nietzsche, y al igual que los otros dos números anteriores en esta lista, se trató de uno de mis primerísimos acercamientos a la disciplina. Hasta el día de hoy, más de 18 años después, sigo conservando ese libro en esa pésima traducción, en esa pésima editorial, pero con un enorme valor sentimental.

4.- La ética demostrada según el orden geométrico: “en conclusión, no existe la libertad”; de esa manera acabé una exposición que me dejaron para mi materia de bachillerato titulada “Historia de las doctrinas filosóficas”. El texto a analizar para dicha exposición era la Ética de Spinoza, y aunque en ese momento pensé que no había entendido mucho de la obra, mi profesor me felicitó por haber llegado a la conclusión mencionada. Años después volví al texto en licenciatura, y hoy en día deseo regresar de nueva cuenta, por tercera vez, a la Ética, para repensar el tema de las pasiones y de la causa sui.

5.- La idea de la fenomenología: en el primer semestre de la licenciatura, tuve la enorme fortuna y oportunidad de estudiar fenomenología con una de las grandes autoridades en el tema a nivel América Latina: la Dra. María Dolores Illescas. Tener que estudiar fenomenología husserliana en un momento tan temprano de mi formación académica sirvió para que comprendiera la seriedad del estudio de la filosofía: configuró en mí una idea que hasta el día de hoy sostengo: la filosofía debe poseer una rigurosidad estricta en su desarrollo, categorías, conceptos, metodología y conclusiones. A pesar de la dificultad de la fenomenología de Husserl, sus lecciones que nos llegan hasta el día de hoy con el nombre de La idea de la fenomenología significaron una enorme ayuda para mí en la comprensión del tema, y la puerta de bienvenida para mi interés en la fenomenología trascendental.

6.- Ética a Nicómaco: es uno de los tratados de ética más antiguos de la historia de la filosofía occidental, y a pesar de ello, es uno de los que se me muestran como de los más actuales. Hasta hoy en día, en mi vida cotidiana, no dejo de aplicar mucho de lo dicho por Aristóteles en su Ética; ideas como la del “justo medio” o la importancia de la prudencia y su relación con la deliberación, así como el análisis de la amistad o del concepto de “lo conveniente”, hasta hoy en día, siguen siendo para mí herramientas teóricas y prácticas que me acompañan en mis recorridos filosóficos.

7.- Confesiones: hace poco dejé leer este texto de San Agustín a algunos de mis alumnos de psicología. Varios de ellos fruncieron el ceño en señal de desaprobación – supongo que la mayoría pensó que se trataría de algo así como una clase de catecismo –. A la siguiente sesión, llegaron contentos y entusiasmados, con unas enormes ganas de poder discutir la obra del Obispo de Hipona. Las confesiones de San Agustín son una pieza fundamental de la filosofía occidental, escritas de una manera tan personal y a la vez tan profunda que no dejan de conmover y poner a reflexionar a quien sea que se acerque a la obra. Uno de los puntos más altos de la obra es aquel que tiene que ver con la pregunta sobre el tiempo, tanto así de que Husserl dirá en sus Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo que nadie puede ocuparse filosóficamente del problema del tiempo sin haber leído el libro XI de las Confesiones.

Y bueno, como se habrán dado cuenta, muchos de estos títulos tienen que ver con anécdotas o momentos importantes en mi recorrido filosófico, por lo que sería bueno si pusieran en los comentarios si ustedes ya conocen algunas de estas obras, o decirnos cuáles fueron los libros que despertaron en ustedes su interés por la filosofía.

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7 libros de psicoanálisis para comenzar

El psicoanálisis es una de las disciplinas académicas con más contradicciones en el mundo académico y coloquial en nuestra actualidad: por un lado, todos usamos conceptos como “el inconsciente” y hay pocas personas que no hayan por lo menos escuchado el nombre de Sigmund Freud; por otro lado, no son pocos los que consideran que el psicoanálisis se trata de una charlatanería y que reducen todo el corpus teórico de esa disciplina a frases como “es que Freud dice que todo es sexo [sic]” o “es que Freud dice que todos nos queremos acostar con nuestras mamás [sic]”, frases, por supuesto, completamente incorrectas. El psicoanálisis, al igual que el marxismo – o, mejor dicho, los marxismos – son lugares comunes en muchas discusiones, pero la mayoría de las veces las personas que remiten a estos discursos han leído poco o nada sobre la materia. Es por eso que hoy les traigo 7 libros de psicoanálisis con los que pueden comenzar si es que les interesa no caer en esos lugares comunes y poco exactos (la lista no tiene ningún orden de importancia):

1.- El Complejo de Telémaco: obra del psicoanalista italiano Massimo Recalcati, en la que aborda la cuestión de las paternidades en nuestro contexto actual. A mí personalmente, es una obra que me hizo reformular algunos supuestos básicos de la disciplina, ofrenciéndome nuevas perspectivas para el abordaje teórico y clínico de la función del Nombre del Padre. En un estilo agradable pero no por ello superfluo, Recalcati nos lleva de la mano por toda una serie de reflexiones imprescindibles para nuestra época que nos hacen detenernos y abordar temas como la criminalidad infantil. Considero que se requiere saber de algunos conceptos básicos del psicoanálisis freudiano-lacaniano, pero nada que una consulta en algún glosario en línea no pueda resolver.

2.- El cuerpo pornográfico: al día en que escribo esta entrada, El cuerpo pornográfico es el libro publicado más reciente de la psicoanalista argentina Silvia Ons. Se trata de una de las figuras más reconocidas en el ámbito del psicoanálisis en la actualidad, y con este texto nos demuestra el por qué. Ons parte del análisis del ideal del “hombre-máquina”, ese cuerpo al que ya no le está permitido fallar – incluyendo, por supuesto, todo lo relativo a las relaciones sexuales – lo que nos lleva a repensar las maneras en cómo los seres humanos nos encontramos estableciendo relaciones eróticas e interpersonales actualmente. El mundo digital nos aparece como un enorme cúmulo de información, incluyendo todos los contenidos pornográficos, los cuales se encuentran modificando la manera en que nos desenvolvemos socialmente. Al igual que con el texto de Recalcati, considero importante tener conocimiento de algunos conceptos psicoanalíticos básicos.

3.- Estudios sobre la histeria: este texto escrito por Freud en colaboración con Josef Breuer es una de las piezas fundacionales del psicoanálisis (si bien para la época de su escritura ni siquiera existía el concepto de psicoanálisis como tal). En esta obra no sólo podemos ver desplegado el enorme talento que tenía Freud para redactar y desarrollar sus casos clínicos sobre el papel, sino que también nos enfrentamos a momentos imprescindibles para el desarrollo de los posteriores saberes psicoanalíticos. Pasajes de tanta relevancia como aquel en que Anna O. hablar por primera vez de la talking cure se encuentran en esta valiosísima obra publicada a mediados de los 1890’s.

4.- El retorno del péndulo: esta es una parada obligada para todos aquellos que piensan al psicoanálisis desde (o para) los análisis de fenómenos culturales y sociales. Se trata de una recopilación de conversaciones y correspondencia entre el psicoanalista argentino Gustavo Dessal y uno de los pensadores más importantes de todo el siglo XX: Zygmunt Bauman, a quien la mayoría de ustedes reconocerá por sus ideas a propósito de lo que él mismo denomina “La modernidad líquida”. Desde discusiones sobre el terrorismo, hasta revisiones sobre conceptos como “biopolítica” y “estado de excepción”, El retorno del péndulo es una obra en la que vale la pena detenerse para aquellos interesados en el campo de la psicología social, las ciencias políticas y en el de la propia sociología. Considero que los conceptos básicos del psicoanálisis freudiano-lacaniano y aquellos pertenecientes a la obra de Bauman son importantes para la comprensión de este texto.

5.- El goce. Un concepto lacaniano: uno de los psicoanalistas más importantes de nuestra región, Néstor Braunstein, nos entrega una obra magnifica en la que se resumen los aspectos teóricos y clínicos más importantes para el estudio y la comprensión del “goce”, concepto que, como lo indica el nombre del presente libro, se trata quizá de la aportación más importante de Jacques Lacan al mundo del psicoanálisis. Si bien la obra es bastante complicada, aun así representa una guía para todos aquellos que pretenden estudiar el psicoanálisis lacaniano pero que se han visto obstaculizados por la oscuridad del propio Lacan, ya sea en sus seminarios o en sus diversos escritos. Dicho esto, si bien El goce de Braunstein no es un libro para principiantes, considero que puede ayudar muchísimo para aquellos que buscan iniciarse en los callejones del psicoanálisis lacaniano.

6.- Historias de amor: una de las psicoanalistas más importantes de todo el siglo XX, Julia Kristeva, nos entrega toda una serie de reflexiones en torno al amor desde la perspectiva de los estudios psicoanalíticos. La obra resulta apasionante y muy amena, aun cuando los lectores que decidan acercarse a ella no sean expertos en psicoanálisis. Como la mayoría de los títulos de esta lista, se requiere de un conocimiento básico de los conceptos pertenecientes al psicoanálisis freudiano-lacaniano, lo que será recompensando con toda una serie de pasajes profundos sobre la experiencia del amor en el ser humano.

7.- Freud: una interpretación de la cultura: este libro de Paul Ricoeur marcó un “antes y un después” en la historia, no sólo del psicoanálisis, sino de la propia filosofía del siglo XX, comenzando por el hecho de que es aquí donde el filósofo francés propone el término de los “maestros de la sospecha” para referirse a Freud, a Marx y a Nietzsche. Me parece que es un texto que puede servir mucho para comenzar con el estudio del psicoanálisis, ya que Ricoeur analiza desde distintos puntos de vista varios de las aristas sustanciales de la obra Freud, pasajes que van desde La interpretación de los sueños hasta los puntos de contacto entre el psicoanálisis y la hermenéutica filosófica.

Y bueno, pues estas serían las 7 recomendaciones que yo dejaría aquí. Por supuesto que considero que existen muchos otros textos introductorios al psicoanálisis, pero aquí les puse algunos de los primeros que vinieron a mi mente y de los cuales más he disfrutado. Si desean algunas recomendaciones sobre temas en específico de psicoanálisis o una segunda parte de esta entrada, no olviden dejar sus comentarios.

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1.- Pulp Fiction de Quentin Tarantino: sí, lo sé, muchos de ustedes me criticaran por recurrir a este lugar común, pero no podía dejar de encabezar la presente lista con el soundtrack de la obra más conocida (y muy probablemente, la obra maestra) de Quentin Tarantino. Digo que se trata de un lugar común porque prácticamente en cualquier lista de este tipo el soundtrack de Tiempos violentos estará incluido. Desde la primera canción que incluye el famoso diálogo de: “I love you, Honey Bunny” acompañado de la obra ya clásica de Dick Dale and The Deltones, Misirlou, hasta esa última pieza con la que concluye la cinta, Surf Rider, en la que podemos ver a John Travolta y a Samuel L. Jackson en pantalones cortos y playeras deslavadas salir de un restaurante, pasando por la escena que ya se consagró como una de las más icónicas del cine norteamericano del siglo XX en la que Travolta y Uma Thurman bailan al ritmo de Chuck Berry, se trata de un soundtrack que ayudó a que esta cinta se volviera un filme de culto. Existen muchos otros momentos gloriosos que no serían iguales sin la música que los acompaña: Girl, You’ll Be a Woman Soon o Let’s Stay Together son sólo dos ejemplos más por mencionar. “La cereza del pastel” en este soundtrack es la inclusión del pasaje bíblico que Jules Winfield, personaje interpretado por Jackson, vocifera cada que va a asesinar a uno de sus objetivos: Ezekiel 25-17. Como mención honorífica, recomiendo también el soundtrack de Jackie Brown; recuerdo haberme enamorado perdidamente de Pam Grier gracias a esa última escena en close-up de su rostro, en la que canta con nostalgia Across 110th Street de Bobby Womack; simplemente, cautivante.

2.- A Clockwork Orange de Stanley Kubrick: sin duda alguna, mi película favorita, y en gran medida se debe al soundtrack. Todo el que haya visto una cinta de Stanley Kubrick sabe que el director sabía hacer muy bien su trabajo a la hora de elegir la música que acompañaría al filme – ¿cómo olvidar Midnight, The Stars And You de Al Bowly al final de The Shining o el “Vals. No. 2” de Shostakovich en Ojos bien cerrados? – y Naranja Mecánica no es la excepción. El soundtrack cuenta con la extraordinaria participación de Walter Carlos (que ya para ese entonces había hecho la transición al género femenino como Wendy Carlos), quien no deja de sumergirnos en una atmosfera inquietante con Beethoviana, entre otras composiciones. La música de Beethoven es la piedra angular de lo sonoro, y es sencillamente deliciosa la manera en que Kubrick trabaja al compositor alemán. Por otro lado, la pieza interpretada por Gene Kelly, Singin’ In The Rain es muestra clara de cómo es que, en las manos de dos genios de la talla de Malcolm McDowell y Stanley Kubrick, la obra más melosa puede tornarse nauseabunda. Cuando McDowell comienza a improvisar dicha pieza en la escena de violación, Kubrick supo que esa canción sería el non plus ultra para el soundtrack  de su película, tanto así que mandó inmediatamente a conseguir los derechos de la pieza. Posteriormente, el propio Gene Kelly conoció a McDowell en una fiesta, y al ver al actor que interpretó a Alexander DeLarge, se volteó sin saludarlo haciendo una mueca de asco y desprecio; símbolo de un trabajo bien hecho en la pantalla por McDowell, ¿no creen?

3.- South Park: Bigger, Longer & Uncut de Trey Parker y Matt Stone: desde que tenía once años y me escondía de mis papás para ver esta serie, no he dejado de ser un gran fan de South Park. Recuerdo que por esos años, mi hermano y yo nos las ingeniamos para poder rentar Bigger, Longer & Uncut, y la adquisición clandestina valió toda la adrenalina que tuvimos que pasar. Todas y cada una de las canciones son para destornillarse de la risa, y en términos musicales, Matt Stone y Trey Parker demostraron tener lo necesario, tanto así que incluso el tema de Blame Canada les valió la nominación al Óscar por “Mejor canción original”, entre otros premios que dicho soundtrack recibió. Todo lo políticamente incorrecto, obsceno y escatológico que ha sido South Park queda perfectamente reflejado en las canciones que conforman el soundtrack de este filme. Nunca he sido fan de las películas musicales, pero South Park: Bigger, Longer & Uncut es una de mis películas de cabecera y uno de los soundtracks que cada que tengo la oportunidad escucho de principio a fin.

4.- Le Fabuleux Destin d’Amèlie Poulain: sí, lo siento, otro lugar común en esta lista, pero es que no podía dejar de lado la que, considero, se trata de la obra maestra de Yann Tiersen. El compositor francés hizo gala de su talento al escribir una obra tan sólida como lo es la música de Amelie. En lo personal, me recuerda al trabajo de su compatriota Erik Satie: Pianos nostálgicos, apenas perceptibles, que con apenas haber tocado el oído del espectador, mueven los cimientos sentimentales más profundos. El soundtrack también incluye Guilty, otra vez de Al Bowlly, y Si tu n’ètais pas là de Marguerite Boulch, dos piezas que, fácilmente, nos transportan a Montmartre, mientras nos imaginamos fumando tabaco, tomando café y discutiendo la película más nueva de Godard o La Nausea de Sartré.

5.- The Pianist de Roman Polanski: recuerdo que la primera vez que vi El Pianista, más allá de la historia, las actuaciones, o cualquier otro aspecto de la película, lo que realmente me atrapó fue la música, y es que varias de las piezas que conforman este soundtrack son de la autoría de Chopin, uno de mis compositores favoritos. Escuchar cualquiera de sus “nocturnos” es una de mis cosas preferidas en la vida, y son varias de sus composiciones las que le dan vida y sentimiento a la presente cinta de Polanski. Recomiendo escuchar a todo volumen (literalmente a todo volumen, es decir, a lo más que dé el dispositivo donde la escuchen) la “Gran Polonesa” en la versión que incluye este soundtrack y con la que concluye el filme; les aseguro que no se arrepentirán.

Como es usual, me quedo corto con la lista, deseando poder hablar de muchísimos otros soundtracks. ¿Qué les parece si, en sus comentarios, continuamos esta conversación con algunas de sus bandas sonoras predilectas?

Se me antoja la siguiente frase de Nietzsche para concluir por esta semana: “La vida sin música, sería un error”. Probablemente el cine también lo sería.

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