Te imaginé…

Imaginé que, en una tarde de verano, mientras veía la televisión y fumaba un cigarro, alguien tocaba a mi puerta, mientras oía la lluvia caer.  

Imaginé cómo se formaba un rostro de incertidumbre y angustia en mi ser, e imaginé levantarme con zozobra y caminar para abrir.

Imaginé ver tu rostro del otro lado del corredor, dibujándome esa sonrisa juvenil que significó todo para mí.

Imaginé que, en tu mano izquierda, cargabas una maleta llena con tus cosas, llena de ropas y cremas. Imaginé que los dos sabíamos, sin palabras, lo que estaba por acontecer.

Imaginé que entrabas, me besabas, y volvía a escuchar mi nombre atravesado por tu ser.

Imaginé que esa noche te pondrías tu pijama, la misma estrellada de siempre; imaginé nuestras manos en concierto, quitándola, para observar toda tu piel. Imaginé tu calor, y nuestros cuerpos desnudos amándose violentamente.

Imaginé estar fundidos en un abrazo, mientras nuestros sudores nos empapaban mutuamente.

Imaginé besarte y verte dormir, contemplarte, mientras la madrugada no dejaba de correr.

Sí, sólo te imaginé.  

Otros temas que te pueden interesar…

5 películas incomprensibles que debes ver

Como buen amante del cine que me considero ser, me he topado más de una vez con ciertas películas que resultaron ser un bocado un poquito más difícil de digerir que otros, y sé que, para ti que eres amante del denominado “séptimo arte” también te pasó alguna vez. Por eso, hoy te quiero compartir…

Deja un comentario